Tema:
La sociedad costarricense en la primera mitad del siglo XX
Introducción
El
modelo agroexportador.
“¿es lícito
confundir la prosperidad de una clase con el bienestar de un país?”
Eduardo
Galeano.
El sueño de los grupos dominantes en la
época colonial era la vinculación al mercado internacional con al menos un
producto, para eso nos entrenaron los españoles, para que no viéramos más allá
de la realidad, se atacaba la producción para el mercado local, las inversiones
se daban para los productos que iban hacia el mercado mundial.
No es de sorprendernos por tanto que las
elites políticas y económicas que salieron de la independencia buscaran de
cualquier modo posible un producto que nos vinculara al mercado mundial, como
si ese fuese nuestro único destino económico posible. El café, cumplió las
expectativas de las clases dominantes e hicieron que surgiera una nueva
burguesía ligada al capitalismo agrario.
Por supuesto q ue antes de la llegada del café a nuestro territorio, se trato de
probar la vinculación al mercado mundial con la minería en los Montes del
Aguacate, pero esta no fue lucrativa, para un grupo social que buscaba una
riqueza fácil y rápida, también sucedió lo mismo con el palo de brasil, el cual
se exportó en un primer momento hacia el extranjero, pero la disminución del
árbol produjo una notable disminución de los ingresos para las elites locales.
Con la exportación del café primero a
Chile y luego a Gran Bretaña la clase dominante costarricense vio su sueño
consolidado, el mercado mundial brindó una gran acogida al café costarricense,
pero ¿sería para siempre y con buenos precios? Por supuesto que no, pero eso no
importaba a las clases dirigentes, que se convirtieron en las mejores
imitadoras de las culturas europeas de los países más “civilizados” de la
época.
El mercado internacional era muy
inestable con los precios del producto, era escandalosamente injusto lo que
pagaba por las materias primas de nuestros países y lo que cobraba por sus
productos ya acabados. Pero esa misma injusticia se aplicaba dentro del país,
para las relaciones entre los grandes empresarios y exportadores del café
costarricense y los trabajadores asalariados y pequeños campesinos.
La burguesía cafetalera se adueño del
Estado costarricense, como sucedió en toda América Latina con cada una de las
burguesías nacionales, y pusieron al estado a su servicio, hipotecaron la
independencia nacional a un solo producto, a lo sumo dos, y desde allí
construyeron su modelo de “desarrollo” que tenia como objetivo extraer la mayor
cantidad de ganancia a la tierra y al trabajador. “El café, entre 1850 y 1890, representaba alrededor del 90 por ciento
del valor de la exportación total de Costa Rica y desalentó su diversificación
económica”.[1]
El cultivo del café no sólo llegó a
nuestro país. “Centroamérica se
transformó. De sus plantaciones recién nacidas provenía, hacia 1880, poco menos
de la sexta parte de la producción mundial de café. Fue a través de este
producto como la región quedó definitivamente incorporada al mercado
internacional.”.[2]
Como vemos no sólo era Costa Rica,
también las demás clases dominantes del área centroamericana soñaban con
incorporar sus países al mercado mundial, “fuente de prosperidad y crecimiento”
¿no se sabe para quién? Nuestros países
se hipotecaron a un sólo producto y a un sólo país comprador, a lo sumó dos o
tres.
“A
los compradores ingleses sucedieron los alemanes y los norteamericanos; los
consumidores extranjeros dieron vida a una burguesía nativa del café, que
irrumpió en el poder político…”.[3]
Estos se valieron de su control del Estado para establecer leyes en contra de
la propiedad comunal y de la “vagancia”, se llevó a la fuerza a miles de
centroamericanos a los cafetales o grandes plantaciones, muchos de ellos
latifundios, a laborar en el naciente modelo de exportación que necesitaba de
la privatización de la tierra y de la mano de obra.
“La
especialización agrícola, dictada desde fuera, despertó el furor de la
apropiación de tierras y de hombres: el latifundio actual nació, en
Centroamérica, bajo las banderas de la libertad de trabajo”.[4]
Pero debido al injusto intercambio en la repartición de los panes y los peces,
“En ningún momento, todo a lo largo del
siglo transcurrido desde entonces, los períodos de altos precios se hicieron
notar sobre el nivel de los salarios, que continuaron siendo retribuciones de
hambre sin que las mejores cotizaciones del café se tradujeran en aumentos.
Éste fue uno de los factores que impidieron el desarrollo de un mercado interno
de consumo en los países centroamericanos”.[5]
Se desprestigio el cultivo de productos
de subsistencia, sólo era rentable lo que se podía exportar, eso decían, eso
dicen hoy, la agricultura para el mercado interno quedó reducida a una escasez
constante de granos básicos, que hubiese hecho que los menos favorecidos no se
cayeran de muertos. Las clases dominantes nos enseñaron a bendecir los
productos que se exportar y a sacrificar la producción interna de granos
básicos ya que no es rentable para el mercado mundial.
Y si un producto no es rentable para el
mercado mundial no se protege, así vemos que las vías de comunicación que se
construyeron dentro de cada nación fueron para sacar los productos de
exportación de sus lugares de producción hacia los puertos, jamás se
construyeron vías de comunicación para poner en contacto a los productores de
granos básicos con el mercado local.
La vía al Atlántico y la vía a
Puntarenas, junto a la fracasada vía a Matina que intentó construir el dictador
Braulio Carrillo a partir de 1830 son un fiel reflejo de ello, el Estado sólo
financió las vías de comunicación que sirvieran al capital nacional de la
exportación, además no es de extrañar, ellos eran los dueños del Estado desde
que se lograron vincular al soñado mercado mundial.
Las grandes deudas externas se iniciaron
en nuestro país para servir al capital de la exportación, ejemplo de ello es la
vía al Atlántico, que buscaba sacar el café por el Caribe y ya no sólo por
Puntarenas, en el Pacífico. Del préstamo solicitado sólo una tercera parte
llegó a nuestro país. La obra no se pudo terminar por la enorme corrupción y
falta de recursos al carecer del dinero necesario.
Ese fue el camino del fin para que en
nuestro país penetrara el capital norteamericano y su explotación irracional
del medio ambiente y de la mano de obra con los enclaves bananeros. Pero esos
enclaves no sólo aparecieron en nuestro país, fue la suerte o la desgracia de
varios países de Centroamérica,
“Desde
principios de siglo aparecieron también, en Honduras, Guatemala y Costa Rica,
los enclaves bananeros. Para trasladar café a los puertos, habían nacido ya
algunas líneas de ferrocarril financiadas por el capital nacional. Las empresas
norteamericanas se apoderaron de esos ferrocarriles y crearon otros, exclusivamente para el trasporte de banano desde
sus plantaciones, al tiempo que implantaban el monopolio de los servicios de
luz eléctrica, correos, telégrafos, teléfonos y, servicio público no menos
importante, también el monopolio de la política”.[6]
En nuestro país “el valor de las
exportaciones de banano igualó al del café en la década de 1910. El apogeo de
la actividad se ubicó entre 1890 y 1914” .[7]
Pero como el café, el banano también fue de precio inestable, y las grandes
ganancias se las llevo el capital transnacional de la United Fruit Company al Estado
que hipoteco nuestras tierras sólo le quedó una pequeñísima parte de un
impuesto escaso que cobraba, a los trabajadores les quedaron las tierras
aniquiladas y los salarios de hambre y la represión ante la protesta justa, ya
que también el Estado y la compañía habían comprado a la policía.
[1] Botey, A. (2002). Costa Rica. Desde las sociedades autóctonas hasta
1914. San José: Editorial de la
Universidad de Costa Rica.
[2] Galeano, E. (2006). Las venas abiertas de América Latina. Buenos
Aires: Siglo XXI editores.
[3] Ibíd., pp. 140.
[4] Ibíd., pp. 140.
[5] Ibíd., pp. 140.
[6] Ibíd., pp. 141.
[7] Botey, A. (2002). Costa Rica. Desde las sociedades autóctonas hasta
1914. San José: Editorial de la
Universidad de Costa Rica.